Este fin de semana estuve procesando las fotos que podeis ver en esta publicación. Fueron hechas a principios de verano en un campo de trigo cercano a Compostela, poco antes de la cosecha, que en Galicia se adelantó más de un mes.
Sentada en el estudio, delante del ordenador, me vino a la mente el olor de aquel lugar, a hierbas verdes y a tierra seca, y el maravilloso canto de los grillos. Qué sensación tan agradable recordar aquel instante en el que el mundo desapareció por completo y lo único existente eran el sol abriéndose paso entre las nubes, una cálida brisa meciendo las espigas y las flores, y el silencio.
Adoro los campos de trigo por sus connotaciones paganas tan sugerentes, y adoro el silencio. El silencio cura, nos ayuda a conectar con lo que somos y sentimos, y tranquiliza. Además, nos permite escuchar aquello que normalmente nos pasa desapercibido, sepultado bajo los ruidos caóticos e insanos de la civilización.
Silencio y viento en el trigo,
viento de Lugnasad.
Vendecid antiguos dioses
los frutos de Gaia,
por el viento en el trigo.
Cultivemos el silencio, como si fuese nuestro más preciado campo de trigo. ¡Que tengáis un feliz día! ♥
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© Estefanía Domínguez Cagigao
Agradecimientos:
A Manuel López, por su inestimable ayuda en la realización de esta sesión fotográfica.
Me dan ganas de sentarme entre el trigo. ¡Estás preciosa!
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A mi también me daban ganas jaja, pero tenía miedo de romper los tallos . ¡Gracias Vanessa! MUACS ♥
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