Después de un invierno y una primavera en los que apenas pude trabajar en mis proyectos, por fin conseguí terminar la ilustración que podeis ver al final de esta publicación, inspirada en A Devesa da Rogueira, y que forma parte de una carpeta de trabajos que espero publicar en forma de libro ilustrado.
A Devesa da Rogueira es un bosque situado en A Serra do Courel, un paraíso montañoso de la provincia de Lugo que finalmente visité por primera vez el otoño pasado, después de querer conocerlo durante años.
Emergiendo del pasado legendario de la Gallaecia más remota, ha sobrevivido hasta hoy esquivando los peligros de la civilización humana y sus desmanes ecológicos.
En tiempos donde los dañinos parques eólicos proliferan en Galicia a la misma velocidad que crece la avaricia humana, no sería de extrañar que un día no muy lejano a alguien se le ocurriese construir uno en lo alto de estas preciosas montañas, como están haciendo en este momento en las cercanas cumbres de O Iribio, espacio protegido Red Natura 2000, también en O Courel, donde las máquinas llevan semanas destruyendo un importante ecosistema y restos prehistóricos, a pesar de las protestas y denuncias de particulares y asociaciones ecologistas.
Me gustaría creer que A Devesa da Rogueira va a sobrevivir intacta para siempre, pero su futuro, como el futuro de todo el bosque autóctono galaico, es tristemente incierto.
Conocida popularmente como “el último bosque gallego”, ofrece refugio a multitud de especies de flora y fauna, que encuentran en estas antiguas montañas de laderas abruptas orientadas al norte el hogar perfecto para vivir.
Recuerdo a menudo aquel domingo soleado y fresco de noviembre. El aire olía a tierra húmeda, a madera, hojas y musgo, a esa deliciosa fragancia característica de los bosques autóctonos gallegos, que a mí me parece uno de los olores más maravillosos que puedan existir.
Un monumental soto de castaños centenarios nos dio la bienvenida nada más llegar, en aquella agradable mañana de noviembre. Tras unos minutos caminando y después de cruzar el arroyo de A Rogueira, comenzamos la subida hacia el primer mirador, que transcurrió por un sendero con unas vistas increíbles de A Devesa. Lo recorrimos asombrados, absortos por tanta belleza, parando a cada paso para hacer fotografías. Un camino de apenas una hora nos llevó el doble, pero estábamos encantados.
Las tonalidades amarillas, naranjas, ocres y rojizas de la vegetación contrastaban con el verde de las zonas de pradera. Esa es la imagen que todos conocemos de A Devesa, la que constantemente se nos muestra en los medios de comunicación y, al contemplarla en directo, pude constatar que es aún más hermosa de lo que imaginaba.
Sobre el mirador natural que era nuestro destino, formado por un saliente rocoso al final de un adorable bosquecillo de abedules, paramos a reponer fuerzas.
Ahora pienso en aquel balcón sobre el paraíso donde estuvimos algo más de dos horas, disfrutando de nuestros bocadillos, el paisaje, el canto de los pájaros, el sonido de la brisa en los árboles, el murmullo del arroyo cercano… y no logro entender cómo los seres humanos nos hemos alejado tanto de nuestro hogar, siendo capaces de destruirlo sin el menor atisbo de remordimiento.
El bosquecillo de abedules otoñales resultó ser el lugar perfecto para hacer una pequeña sesión fotográfica de fantasía. Y en ese instante inspirador, el reloj se detuvo durante un tiempo. La luz tenue, dorada, irreal y mágica, que se filtraba a través de las hojas amarillas, transformó el momento en un delicioso sueño prerrafaelita.
Entonces comenzó a caer la noche con una rapidez asombrosa. La temperatura descendió bruscamente cuando las sombras se extendieron sobre A Devesa. El tiempo había pasado sin que nos diésemos cuenta, pero ya eran las siete de la tarde ¡de un noviembre galaico!
Apuré la fotografía de una pequeña seta roja, que a mí me pareció “encantadora”, antes de regresar por el oscuro sendero, ayudados por la reconfortante luz del farolillo y unas linternas.
Y al bajar vimos ascender La Luna por detrás de las montañas, blanca, brillante, bellísima. Una imagen indescriptible, mágica, con la que aún hoy sueño algunas veces.
Escuchábamos ulular a las «avelaionas» (cárabo común en castellano) en la profundidad del bosque y a nuestro alrededor. Fue increíblemente liberador y emocionante caminar en la oscuridad mientras muchos habitantes del bosque despertaban. Nos sentíamos parte de aquel lugar tan especial.
“En la oscuridad del otoño tardío
sopla el viento del norte.
Sobre las montañas se alza la diosa,
y en las sombras de la noche silenciosa
A Devesa es la más hermosa”.
¡Cuanta belleza! No necesitamos el consumismo con el que nos han esclavizado, ni los centros comerciales, ni el teléfono móvil último modelo… ni las promesas de tantas cosas banales y falsas que nos ofrece un sistema caduco y enfermo.
Vivir la naturaleza y respirar con su ritmo lento e intenso es lo que de verdad da valor a la vida ♡
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La dama de A Devesa da Rogueira que podeis ver bajo estas líneas está inspirada por este lugar y por una de las fotografías hechas en el bosque de abedules.
La hice con un rotulador Pigma Micron de Sakura y acuarelas Van Gogh.
Podeis ver un sencillo tutorial en mi nuevo espacio para suscriptores de Patreon.
Gracias por acompañarme en este viaje a la magia de A Devesa da Rogueira. Sed muy felices ♥
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Prerrafaelita: relativo a la Hermandad Prerrafaelita o Prerrafaelista, movimiento artístico e intelectual fundado en 1848 en Londres por John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt. Los temas pictóricos asociados al movimiento están inspirados en leyendas antiguas y medievales, destacando su especial interés por la naturaleza.
Entre los pintores más representativos destacan John William Waterhouse y Edmund Blair Leighton.
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Nota importante:
Nunca encedais un farol con llama en el bosque sin antes tomar ciertas precauciones. Aseguraos de que el farolillo esté recubierto de materiales que impidan al calor de la llama salir de ese habitáculo, que ha llovido antes y que el bosque está húmedo, y que el viento no pueda alcanzar la llama de ninguna forma, al estar dentro de un recipiente cerrado. Y, por supuesto, incluso tomando todas las precauciones, jamás lo dejeis de vigilar hasta el momento de apagarlo.
Además, si visitais A Devesa da Rogueira, sed respetuosos. No hagais ruído, no movais nada de su sitio, no corteis ni os lleveis nada. Eso incluye cualquier elemento natural. Tampoco dejeis allí basura ni objetos ajenos al bosque. Y si veis basura tirada, recogedla y llevadla al contenedor más cercano. Recordad que A Devesa, así como cualquier bosque, es el hogar de muchos seres vivos y como tal es nuestra obligación respetarlo. Es muy gratificante cuidar de nuestros bosques, de la Madre Tierra, nuestro hogar.
Gracias por ser respetuosos con el patrimonio natural de Galicia, el patrimonio de tod@s ♡
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©Estefanía Domínguez Cagigao
Agradecimientos:
A Paula Gómez del Valle y Manuel López por su ayuda en la realización de la sesión fotográfica y por colaborar con varias de sus fotografías en esta publicación y la de Patreon.